viernes, 24 de agosto de 2007

Una de terror

El Congreso aprobó, a pedido del señor K, la Ley Antiterrorista tan pedida y deseada por el norte de América y sus políticas antidemocráticas que van en contra de la manifestación de los pueblos.

No sorprende que Estados Unidos se entrometa en la política y economía de países que tienen su mismo régimen y que lo sufren día a día. Esta vez nos volvió a tocar a nosotros.

El 13 de junio sonó sin parar la chicharra en el Congreso nacional y se festejó. Increíblemente, nuestros "representantes" le dieron luz verde a una ley que la impulsa un Imperio que destroza toda resistencia y dignidad de los pueblos.

Pero qué bueno que no tuvieron que tardar tanto en aprobarla. Si no, acordémonos la demora que tuvo el Congreso (y la ausencia de K) para derogar las leyes de la última dictadura, o no aprobar una nueva ley de radiodifusión y seguir con la que fue impuesta por Videla. Pero esta vez no se tuvo que pasar por tantos trámites y la ley se aprobó el mismo día.

¿Pero qué dice la Ley? Bueno, primero y principal se va a considerar lo siguiente: a cualquier organización con más de tres integrantes, que tenga un programa de aacción, que se organice y que dure tiempo, puede llegar a ser una asociación ilícita terrorista.

Pero también se los va a considerar a los obreros que se manifiestan o a cualquiera que lo haga. Lo aclara bien esto: "serán penadas las personas que tuvieran como propósito obtener algunas medidas o concesión por parte de cualquier miembro de los poderes públicos". Cualquiera que tome una escuela, que recupere una fábrica, que tomen un hospital para pedir más insumos, puede ser un potencial amigo del terror.

Y como para menos, "la norma prevé una pena de hasta diez (10) años de prisión para quien funde o integre como miembro tal asociación y para quien la apoye. (...) Se sanciona con la pena de cinco (5) a quince (15) años de reclusión o prisión las conductas de financiación con independencia del acaecimiento del delito".

Esto demuestra claramente que tenemos un presidente que le encanta quedar bien con dios y con el diablo. Por un lado habla sobre la soberanía nacional y por otro entrega nuestras tierras, nuestra economía y hasta nuestros derechos civiles de expresarnos y manifestarnos.

Ahora sí, no se puede quejar la pareja K. Tiene todo el apoyo legal para reprimir al pueblo.

Y quizás sí, puede ser verdad... El cambio recién empieza, como dice Kristina.